The Personal History of David Copperfield

Finalmente se ganaron la vida con palabras, y tuvieron padres, o figuras paternas, que lucharon contra las deudas. Para dos hombres de letras, parece apropiado que las iniciales de cada uno fueran la imagen del otro.

Esta nueva adaptación para la pantalla del maestro satírico Armando Iannucci sugiere lo que el mismo Dickens pudo haber sentido mientras armaba su manuscrito: que nuestra mejor esperanza de darle sentido a la vida es escribirlo.

La historia personal de David Copperfield se desarrolla como una farsa, con personajes que entran y salen como invitados en el vestíbulo de Fawlty Towers. El propio David casi podría estar rondando detrás de la recepción, la imperturbable Polly tratando de seguir la pista de las idas y venidas.

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Sería difícil hacer una lista de invitados más agradable. Tilda Swinton trae un escalofrío de surrealismo a la excéntrica Betsey Trotwood.

El Uriah Heep de Ben Whishaw es una especie de puerro marchito con forma humana. Peter Capaldi aporta una nobleza desarreglada al Sr. Micawber que recuerda al gran Alastair Sim. Y Hugh Laurie es tan valioso como el despistado Sr. Dick.

Ante esta situación, David se inspira en escribir, así que escribe, anotando citas y observaciones en retazos de papel que más tarde reunirá en la «Historia Personal» del título.

Se le define continuamente por los apodos que otros le ponen: para Betsey Trotwood es Trot, un descendiente genérico, mientras que Steerforth (Aneurin Barnard), su sabio compañero de escuela, lo ve como una delicada Daisy.