Prey

Logan Miller, que parece estar haciendo una especialidad de jugar a los imbéciles odiosos, a juzgar por sus actuaciones en películas como Love, Simon y Escape Room, interpreta al personaje central de Toby, quien, comprensiblemente, se molesta cuando su guía Kay (Jerrica Lai) lo deja en una isla deshabitada cerca de Malasia. «Es tu propio pedazo de paraíso», asegura Toby, que parece que nunca ha hecho nada más desafiante físicamente que jugar a videojuegos.

Claro que sí, el desafortunado adolescente pierde inmediatamente sus provisiones a manos de un mono travieso. Mientras Toby intenta desesperadamente averiguar qué hacer a continuación, ve a una joven poco vestida (Kristine Froseth), blandiendo un cuchillo, que se presenta como Madeleine y demuestra rápidamente sus habilidades de supervivencia decapitando a una serpiente de forma casual.

Una película que no empieza bien

Los procedimientos entran brevemente en el territorio de la Laguna Azul, con los dos jóvenes tiernamente unidos mientras ella le muestra cómo valerse por sí misma en el ambiente prohibitivo. Muy pronto, está feliz pescando y bebiendo jugo de coco directamente de la cáscara.

También descubre que Madeleine tiene una madre (Jolene Anderson) que, por desgracia para él, puede ser una maníaca homicida. Es ciertamente desafortunado para Kay, que regresa a buscar a Toby y termina brutalmente asesinada.

Es en este punto donde Prey se descarrila seriamente con sus cada vez más absurdas maquinaciones argumentales, con el guión co-escrito por el director Franck Khalfoun (Amityville: The Awakening) y David Coggeshall aparentemente sin poder decidir si quiere ser una historia de aventuras, una historia de amor adolescente, un misterio de asesinato o una película de monstruos.