¿Dónde está mi cuerpo?

Este último éxito hasta la fecha muestra una sinceridad tan grande, que hemos llegado a recuperar la esperanza al final de este año tan cargado de emociones. El director asume la novela de Guillaume Laurant «La mano feliz» e instala un estilo gráfico que es a la vez dinámico y poético.

Raros son los que se lanzan al fresco metafórico, sin suavizar los últimos trazos, para hacer la animación flexible y agradable a la vista. Pero es al destacar un poco de la multitud que Clapin firma un magnífico reflejo de un personaje mutilado en su alma.

París no es más que una caricatura de sí mismo, ruidoso y silenciosamente despiadado. Es a través de la historia de una mano, alimentada por las desventuras del joven Naoufel, que la ciudad es redescubierta desde otro punto de vista.

Amor, misterio y aventura se entrelazan

Pero entre las dos historias, se trata de completar la otra con un toque metafórico o concreto, invitando al espectador a apreciar lo que siente. Sí, la obra pretende ser sensorial y esto implica un desafío técnico, que notamos rápidamente.

Los amplios ángulos se anteponen rápidamente a la miseria, devorando el cuadro, mientras que el sonido nos sumerge en la inmediatez y el pánico.