La leyenda del samurái: 47 Ronin

Peor aún, esta película es un escupitajo en la cara de la cultura japonesa en su conjunto, no se respeta nada, todo al servicio de un exotismo estúpido de basura.

Sin embargo, todo tiene sentido. Me rompe un poco el corazón decir esto, pero está bien. Y todo gracias a Keanu Reeves. Un verdadero intruso en esta historia de los ronanos de habla inglesa (o peor, francesa), va a resultar ser la piedra angular de la película, el único elemento que está totalmente en su lugar.

Por cierto, entre nosotros, es sólo por él que fui a ver la película. Si aborrezco a Tom Cruise en El último samurái (por desagrado por el actor, y porque es una película muy mala), tengo que admitir que me gusta Keanu Reeves.

La mayoría de sus películas son promedio en el mejor de los casos (no me hagas empezar con The Matrix), pero él es eminentemente comprensivo conmigo, especialmente por su buena cara, pero también por su carácter de tipo triste.

El siglo XVII, en el Japón feudal

De hecho, confieso que ver a Keanu Reeves como un ronain lo hizo todo por mí. Pero más que eso, el actor parece tan seguro de sí mismo y tan cómodo en este mundo falsamente japonés que se las arregla para llevar toda la película.

A decir verdad, omití completamente el trabajo de Carl Erik Rinsch hasta que pensé que toda esta grotesca película sólo podía ser el resultado de la imaginación de un niño ignorante. Y mientras ese niño sea nuestro buen Keanu… Bueno, todo parece funcionar.